Perfil: tratando de recuperar un
definido perfil industrial en el
ámbito de la provincia y
la región, General Pico llega
hoy a su centésimo segundo
aniversario de vida.
La llegada del ferrocarril marcó
la fecha fundacional, el 11 de noviembre
de 1905, por don Eduardo de Chapeaurouge
quien instituyó tal nombre
al flamante pueblo en homenaje al
general Eduardo Pico, fallecido
el año anterior. Pico había
sido gobernador del territorio entre
1891 y 1899. El Gobierno estaba
aún en General Acha y el
secretario del gobernador era precisamente
Eduardo de Chapeaurouge.
Bastión del norte y noreste
provincial, es cabecera del Departamento
Maracó y el último
censo poblacional, de 2001 arrojó
52.302 habitantes, para la segunda
ciudad pampeana.
La ubicación geográfica
dentro de la pradera argentina,
considerada un área especialmente
fértil en el país,
más el constituirse prontamente
en cruce de vías del ferrocarril,
le dieron a General Pico un importante
canal de crecimiento. Sin embargo,
las tierras también mostraron
su contraparte por los grandes medanales,
superados a fuerza de un trabajo
que modificó el paisaje.
De esa manera, Pico se convirtió
en el núcleo urbano más
poblado de La Pampa, privilegio
que mantuvo hasta el censo territorial
de 1920 inclusive.
Entre los diversos investigadores
sobre la historia de la ciudad,
últimamente prevalecen recopilaciones
de Rosa La Gioiosa, integrante de
una familia ya afincada en el lugar
desde cerca de un siglo atrás.
La nombrada es miembro titular de
la Sociedad Argentina de Historiadores,
como también primera directora
del Museo Regional Maracó.
Ubicación
General Pico se sitúa sobre
el paralelo 35,39 de latitud sur
y el meridiano 63,44 de longitud
occidental. El ejido municipal está
rodeado de las jurisdicciones de
Agustoni, Dorila, Metileo, Trenel,
Speluzzi, Vértiz e Intendente
Alvear.
El de Pico integra, al este, la
población de Trebolares,
primera estación pampeana
de ese ramal ferroviario. Trebolares
contó con la radicación
de numerosas familias y si bien,
como en general en las pequeñas
poblaciones, sufrió luego
la emigración, hubo quienes
se mantuvieron fieles a su arraigo
y el censo nacional más reciente
registró ochenta y dos habitantes
urbanos. En su área funciona
una escuela y la zona destaca también
una gran producción agropecuaria,
afirmada en el trabajo de inmigrantes
y descendientes. Como nota particular,
en la denominada Estancia Trebolares
se instaló, en su tiempo,
una compañía británica.
General Pico inició su vida
con el paso del tren, línea
que ese año -1905- llegó
hasta Metileo y que en los tres
calendarios siguientes ya arribó
a su punto final, Telén.
Pero hacia 1907 se agregó
el paso de otra vía férrea,
la que llegó desde la zona
de Catriló y prosiguió
hacia Realicó y la provincia
de Córdoba. Los trenes de
ese ramal, en Pico contaron con
la estación Carlos Berg,
en el área nor-oriental de
la ciudad. La zona de esa estación
era casi como un pueblo aparte,
ahora incorporado como barrio dentro
de la planta urbana piquense. El
nombre de Carlos Berg proviene de
un naturalista ruso que realizó
estudios en la Patagonia.
Instituciones
Volviendo a la historia inicial,
ya en esos años la población
tuvo Municipalidad, Registro Civil,
Juzgado de Paz. Aparte de estos
organismos y de las estaciones ferroviarias,
desde 1907 se cuenta con la Escuela
N° 26, a la que con los años,
se agregaron muchas otras. En el
nivel medio, en la era territorial
se crearon la Escuela de Artes y
Oficios y más tarde el denominado
Colegio Nacional. A principios de
la etapa provincial, se inauguró
además la Escuela Normal
que lleva el nombre de “Provincia
de San Luis”, como homenaje a tantos
maestros del estado vecino que aportaron
en una larga época en la
educación pampeana.
Asimismo, se incorporó a
Pico la enseñanza universitaria
con la radicación de facultades
dentro del ámbito de la Universidad
Nacional de La Pampa. Por mencionar
algunos de los organismos o instituciones
de la ciudad, sumados en distintos
momentos de su trayectoria, pueden
destacarse el Banco de La Nación
creado en 1909, otras entidades
bancarias, instituciones de colectividades,
la Cooperativa de Electricidad,
entes empresariales y el Hospital
Gobernador Centeno.
Ilustres
Entre las personalidades que pueblan
la historia de la ciudad norteña,
en años recientes fallecieron
los investigadores José Prado
y Armando C. Forteza, en tanto que
Domingo Mario Filippini, artista
de la fotografía también
reconocido por el premio Testimonio,
continúa radicado en Pico,
y para remitirnos a épocas
anteriores, entre diversos nombres
pueden rescatarse dos, en áreas
distintas. El paso por la historia
piquense que hizo Juan Williamson,
creador del importante vivero que
se recuerda con su nombre, y de
la investigadora Juana Daunes de
Alvarez, que entre otros antecedentes,
alrededor de la mitad del siglo
y por mucho tiempo alumbró
la vida de la Peña El Alero
que aún existe.
Emilio A. Fernández, escritor
de Guatraché, donde también
vivió Williamson, dijo de
éste que “toda su vida se
pasó investigando y regalando
experiencia” y que “se hizo acreedor
al reconocimiento y a la gratitud
de todos los argentinos, por su
consagración ininterrumpida
durante más de medio siglo
a la experimentación agrícola”.
Acerca de Juana Daunes, pueden recogerse
conceptos de Rubén Evangelista
en “Folclore y música popular
en La Pampa”, al referirse a que
“su actitud permanente de servir,
aprender y enseñar, fue una
constante que se evidenció
en cada lugar en que tuvo que desempeñarse”.
La arena
General Pico cumple 102 años
de vida
Cuando aún la memoria popular
recuerda los festejos del centenario,
la segunda ciudad pampeana comienza
a transitar un nuevo camino que
la encuentra consolidando la ansiada
reactivación que le da sustento
y viabilidad a la esperanza de sus
habitantes. General Pico vive, de
esta manera, sus 102 años
de vida.
Para muchos de sus habitantes, el
silbato del tren rompiendo el silencio
de la tarde o los fuegos artificiales
iluminando la noche clara siguen
presentes. El centenario dejó
sus huellas y la historia sigue
su camino, como aquel que marcó
la fecha fundacional: el 11 de noviembre
de 1905 por Eduardo de Chapeaurouge.
Este había instituido tal
nombre al flamante pueblo en homenaje
al general Eduardo Pico, fallecido
un año antes. Pico había
sido gobernador del territorio entre
1891 y 1899. El gobierno estaba
aún en General Acha y el
secretario del gobernador era, precisamente,
Eduardo de Chapeaurouge.
Crecimiento.
Bastión del norte y noreste
provincial, es cabecera del Departamento
Maracó y el último
censo poblacional realizado en 2001
arrojó la cifra de 52.302
habitantes.
Su ubicación geográfica
dentro de la pradera argentina,
considerada un área especialmente
fértil en el país,
más su pronta constitución
en cruce de vías del ferrocarril,
le dieron a General Pico un importante
canal de crecimiento. Sin embargo,
las tierras también mostraron
su contraparte por los grandes medanales,
superados a fuerza de un trabajo
que modificó el paisaje.
De esa manera, Pico se convirtió
en el núcleo urbano más
poblado de La Pampa, privilegio
que mantuvo hasta el censo territorial
de 1920, inclusive.
El ejido municipal limita al este
con la provincia de Buenos Aires
y también está rodeado
de las jurisdicciones de Agustoni,
Dorila, Metileo, Trenel, Speluzzi,
Vértiz e Intendente Alvear.
El correspondiente a Pico integra,
al este, la población de
Trebolares, primera estación
pampeana de ese ramal ferroviario.
Trebolares contó con la radicación
de numerosas familias pero también
sufrió luego la emigración,
aunque hubo quienes se mantuvieron
fieles a su arraigo. En tanto, el
censo nacional más reciente
registró 82 habitantes urbanos.
Historia.
Entre los diversos investigadores
sobre la historia de la ciudad,
prevalecen las recopilaciones de
Rosa La Gioiosa, integrante de una
familia afincada en el lugar desde
cerca de un siglo atrás.
Entre sus actividades se destaca
como miembro titular de la Sociedad
Argentina de Historiadores y fue
la directora del Museo Regional
Maracó.
General Pico inició su vida
con el paso del tren, línea
que en 1905 llegó hasta Metileo
y que en los tres calendarios siguientes
arribó a su punto final:
Telén. Pero hacia 1907 se
agregó el paso de otra vía
férrea, la que llegó
desde la zona de Catriló,
y prosiguió hacia Realicó
y la provincia de Córdoba.
Los trenes de ese ramal, en Pico
contaron con la estación
Carlos Berg, en el área nor-oriental
de la ciudad. La zona de esa estación
era casi como un pueblo aparte,
ahora incorporado como barrio dentro
de la planta urbana piquense. En
tanto, el nombre de Carlos Berg
provino de un naturalista ruso que
había realizado estudios
en la Patagonia.
Instituciones.
Volviendo a la historia inicial,
en sus primeros años la población
tuvo municipalidad, registro civil
y juzgado de paz. Además
de estos organismos y de las estaciones
ferroviarias, desde 1907 se pudo
contar con la Escuela 26 a la que
con los años, se agregaron
muchas otras. En el nivel medio,
en la era territorial se crearon
la Escuela de Artes y Oficios y
más tarde el denominado Colegio
Nacional. A principios de la etapa
provincial, se inauguró,
además, la Escuela Normal
denominada “Provincia de San Luis”,
en homenaje a tantos maestros del
estado vecino que aportaron en una
larga época a la educación
pampeana.
Asimismo, se incorporó a
Pico la enseñanza superior
con la radicación de facultades
dentro del ámbito de la Universidad
Nacional de La Pampa. Por mencionar
algunos de los organismos o instituciones
de la ciudad, sumados en distintos
momentos de su trayectoria, pueden
destacarse el Banco de La Nación
creado en 1909, otras entidades
bancarias, instituciones de colectividades,
la Cooperativa de Electricidad,
entes empresariales y el hospital
“Gobernador Centeno”.
Figuras.
Entre las personalidades que pueblan
la historia de la ciudad norteña,
en años recientes fallecieron
los investigadores José Prado
y Armando Forteza, en tanto que
Domingo Mario Filippini, artista
de la fotografía también
reconocido por el premio Testimonio,
continúa radicado en Pico.
Remitiéndonos a épocas
anteriores, entre las diversas figuras
pueden rescatarse dos nombres, correspondientes
a distintas áreas: Juan Williamson,
creador del importante vivero que
se recuerda con su nombre, y Juana
Daunes de Alvarez, quien a mediados
de siglo y durante mucho tiempo
alumbró la vida de la Peña
El Alero, aún en vigencia.
Emilio Fernández, escritor
de Guatraché, sitio donde
también vivió Williamson,
dijo acerca de éste: “Pasó
toda su vida investigando y regalando
experiencia, y se hizo acreedor
al reconocimiento y a la gratitud
de todos los argentinos, por su
consagración ininterrumpida
durante más de medio siglo
a la experimentación agrícola”.
En tanto, acerca de Juana Daunes,
pueden recogerse conceptos de Rubén
Evangelista en “Folclore y música
popular en La Pampa”. Sobre ella
dijo: “Su actitud permanente de
servir, aprender y enseñar,
fue una constante que se evidenció
en cada lugar en que tuvo que desempeñarse”.