El Colegio Normal sigue teniendo el nombre de Julio Argentino Roca, pese al reclamo de la comunidad educativa de sacarse de encima la denominación que homenajea al genocida, por cuestiones burocráticas.
A contramano de lo que ocurrió con la avenida principal de la ciudad (en ese caso la voluntad política generó el cambio repentinamente, con diligencia), en este caso se pusieron trabas desde organismos oficiales.
A raíz de una movida de los estudiantes, que comenzó hace siete años -y que se hizo intensiva en los últimos dos-, se recolectaron las firmas necesarias para modificar la denominación del colegio: la petición alcanzó alto consenso y fue argumentada.
Pero en las oficinas del Ministerio de Educación, pese a la manifestación de estudiantes y docentes -a la que la dirección del establecimiento no le puso trabas- encontraron un motivo para dificultar que se canalice ese deseo: la nota fue “freezada” y el proceso deberá ser reiterado, bajo el argumento de que no fue propuesto un nombre de reemplazo.
En realidad, la comunidad educativa del establecimiento se había mantenido en la idea de dejarle el nombre de “Colegio Normal”, que era un modo de sacar a Roca de la denominación y de saldar la discusión que se generó por otro hipotético nombre, ya que hubo propuestas variadas en reconocimiento a distintos referentes de ámbitos diversos.
La propuesta surgida de los estudiantes del Normal se difundió al menos en los últimos dos años, en que el centro de estudiantes recolectó firmas de integrantes de la comunidad educativa, a tono con lo que ocurre en otros lugares del país y con el proceso que en la capital provincial terminó quitándole el nombre del genocida a la avenida principal, para llamarla San Martín en todo su recorrido.
Una buena parte de los estudiantes impulsores de la iniciativa terminó sus estudios, por lo que la “reversa” que metió el Ministerio de Educación -a cargo de Jacqueline Evangelista- genera interrogantes: otros alumnos debieran tomar la posta para que la propuesta no quede en la nada.
En el proyecto formal que pidió el cambio se asevera: “Tal como viene sucediendo en distintos lugares del país, donde tras una larga época de silenciamiento se ponen en discusión pública los hechos más importantes de nuestra historia, creemos que es hora de que el establecimiento educativo al que pertenecemos se quite de encima la vergüenza que significa llevar la denominación de un genocida y pase a tener el nombre de alguna persona, personaje o episodio que de veras merezca un reconocimiento y que nos permita decir con orgullo que la escuela lleva su nombre”.
La iniciativa del Centro de Estudiantes -que contó con el respaldo de otros centros de estudiantes secundarios de la ciudad- tenía la expectativa de concretarse antes de fin de año, pero ahora los interesados tendrán que seguir dando la pelea.
“No podemos estar representados con el nombre de un genocida”, dijo Rocío Baretto, que presidía el centro de estudiantes el año pasado, y que ahora es egresada del establecimiento. “No se puede homenajear a una persona que arrasó con los pueblos originarios y su cultura”, insistió.
El proyecto indica que “la comunidad educativa de la Escuela Normal no puede conservar pasivamente la denominación de ‘Roca’, que además surgió de manera poco clara, en una época en que se pisotearon especialmente los derechos indígenas, en los primeros años de la década del ’40”.