Olga
Orozco
(1920-1999)
Las
múltiples voces que la pueblas
"Mi
historia está en mis manos
y en las manos con que
otros la tatuaron.
De mi estadía quedan
las magias y los ritos" |
"Mi
infancia comenzó en Toay y no ha terminado. Siguió creciendo
conmigo y ha estado siempre latente, en todas mis edades,
con su carga de terrores, de asombros y de misterios. Es como
una casa prodigiosa que anda entre los médanos y los cardos
rusos, llevada por el viento, en medio de una planicie".
"La poesía es vertical, en esas excavaciones y esos planeos
-hacia lo alto y hacia lo profundo-, lo que pasa que uno queda
unido a la superficie terrestre por un hilito que tiene la
fragilidad de lo imaginario. Eso es peligro. Yo he llegado
hasta donde está dicho imperfectamente en mis poemas, como
visión quizás haya llegado más allá, pero hay cosas que son
intransferibles a la palabra. El lenguaje siempre nos traiciona,
se nos escabulle , coquetea, desaíra, da la espalda y a veces
nos enfrenta".
"Los premios -aseguró la escritora- ni abren el camino
que uno quiera seguir, ni lo impiden tampoco; aunque son un
hecho grato, por supuesto. No
se consiguen, se encuentran, como se encuentra a veces la
adhesión de un lector en que el poema despierta una vibración
semejante a la que produjo en uno el estado creador. El único
estimulo verdadero es el que me promete y me niega a la vez
cada poema: la posible aproximación a lo indecible".
"Uno escribe para hablar de lo insuficiente, de lo deficiente
de uno mismo, porque se siente escaso, que no es todopoderoso,
sometido a las leyes de causa y efecto. El yo, el ahora, son
ataduras del tiempo y de la personalidad, la poesía es una
liberación de todo eso, permite trastocar los tiempos, saltarlos,
bajarlos, nos permite ser otro. El yo del poema no es el yo,
es el tú o el nosotros". |