El
Tigre del Quequén
El
Preso 142
En
este lugar, durante el año 1877, Eduardo Gutiérrez
entrevistó al "Tigre". Allí se encontró con un
ser sumido en la desesperanza. El escritor, fuertemente
impresionado ante un personaje tan singular, y
en el deseo de escribir su historia curiosa, le
indaga desde su infancia hasta donde lo toma el
proceso judicial. Felipe Pacheco relata con pesar,
su desventurada vida de paisano errante y perseguido
a Gutiérrez. Este, con su pluma ágil, convierte
tal historia en un alegato contra los atropellos
que realizaban a menudo, las autoridades de la
campaña. Al poco tiempo, es narrada en capítulos
la vida de Pacheco en el periódico "La Patria
Argentina". Inmediatamente, debido al éxito logrado,
se hace la primera edición en forma de folletín.
Mientras tanto, Pacheco seguía purgando su pena
en la penitenciaría. Añorando su familia y libertad
perdidas, tal vez, para siempre. Hasta su nombre
y terrible apodo, habían sido sustituidos por
el frío número de su celda. En el archivo de la
ciudad de La Plata, hemos consultado diversas
notas elevadas -y firmadas- por sus familiares
más directos al gobernador de la provincia, solicitando
la conmutación de la pena por la de servicio en
algún cuerpo de línea. Con un rotundo "no ha lugar",
se archivan los sucesivos expedientes.
Gutiérrez termina su obra diciendo "...aislado
de todo contacto humano, Pacheco está allí bajo
el triste uniforme del 142, esperando que la muerte
venga a librarlo del peso de sus desventuras.
Pero más allá de lo expresado por el frondoso
escritor la vida del "Tigre del Quequén" continuaría,
convertida por sus actos de heroísmo en mito popular.
Aunque, en realidad, la inmensa mayoría de sus
contemporáneos, muchos de los cuales vibraban
de emoción con la lectura del famoso folletín,
ignorara cómo y dónde vivió sus últimos años.
Fuente:
Diario "La Arena" - suplemento centenario
de Toay- Autor Walter Cazenave - 9 de julio -
1994
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