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El Ferrocarril


Los Pueblos y el ferrocarril


El ferrocarril fue partero de la mayoría de los pueblos del este pampeano. Cuando se conocía el lugar de paso de las vías (y se conocía con anticipación muchas veces) ya comenzaban los intermediarios a ofrecer lotes que sabían bendecidos por el ferrocarril. Al respecto General Pico es un claro ejemplo. Las crónicas de aquel lejano 1905 recuerdan que mientras se efectuaba el remate de parcelas, ya establecido el Ferrocarril Oeste, la gente se mostraba un tanto reacia a comprar; es que el argumento del colonizador, fundador y rematador, el francés Eduardo de Chapeaurouge, no los convencía del todo. ¿Había acaso alguna seguridad de que la línea del ferrocarril al Pacífico, pese a lo que afirmaba el vendedor, cruzara por el lugar? No, no la había y si así no era por mas aguas superficiales y buenos pastos que tuviera el lugar, General Pico no pasaría de ser una cuenta mas en el rosario de estaciones. Es por ello que por la tarde Chapeaurouge habrá respirado con alivio: se vislumbró a lo lejos una nube de tierra que avanzaba hacia el lugar pero no se sabía todavía si eran avestruces, indios o las tan anheladas cuadrillas. Eran las cuadrillas. De allí en más el remate fue una fiesta y amparado por las dos vías, le que iba de este a oeste y la que iba de norte a sur, el pueblo comenzó a ascender vertiginosamente. Apenas dos años después de su fundación el inefable corresponsal de Caras y Caretas en gira por el territorio, a quien ya hemos hecho alusión en párrafos anteriores, no vacila en calificar al caserío incipiente pero con pretensiones como "la joya de La Pampa".

Sí, el ferrocarril daba el acta de fundación de muchos pueblos. La estación, el tanque y los galpones bastaban para que las casitas, con el infaltable almacén de ramos generales, comenzaran a agruparse. Más allá el tiempo y en el campo las colonias, miles de hectáreas arrendadas por algún rico propietario, muchas veces en condiciones viles, mejoradas por el esfuerzo de inmigrantes, las mismas gentes que sentaron uno de los precedentes étnicos actuales. Rusos, españoles, italianos, alemanes, judíos, haciendo fructificar la tierra y convergiendo en el pueblo, que era decir el ferrocarril.

LOS NOMBRES

La vía avanzaba. Cada quince, veinte o veinticinco kilómetros, tan bien marcados en los postes telegráficos que la acompañan, establecía una estación, un punto de referencia ¿Cómo nombrarlo?. Había veces que el Gobierno sugería o imponía a la compañía determinadas nomenclaturas en homenaje a tal o cual gesta o personajes. Pero las estaciones eran tantas ... Muchas de ellas hubiesen quedado innominadas si sólo a ese criterio se hubiese atendido. Pero el ferrocarril lo hacían los ingleses y uno de los rasgos que se les atribuye es su acendrado conservadorismo en cuanto a lugares y cosas. Muy probablemente por esta circunstancia sea entonces que un gran número de las estaciones pampeanas llevó nombre de próceres o personajes en su momento, La Pampa abunda en estaciones con nombre indígena, conservadores de una rica tradición que requiere (y ha tenido) investigación. En algunos casos las nomenclaturas se aplican en el lugar preciso por ser atravesado éste por la vía, otros entraban en la zona de influencia del topónimo, aunque éste se encontrara distante. Tal el caso de Trenel, cuya verdadera ubicación se halla en realidad a unos treinta kilómetros de la estación. Este criterio conservador en lo nominativo parece haber dado lugar a hechos curiosos. Según refería el desaparecido indigenista Eliseo Tello el verdadero Hunica Renan Co (Pozo de Agua del Cristiano) se halla en el sur de La Pampa, en las cercanías de Salinas Grandes, donde fue cavado por una expedición militar. Al parecer los ingleses cuando por distintas razones no podían emplear un nombre lo guardaban hasta encontrar una estación que careciera de él. En esas condiciones Huinca Renan Co viajó cerca de cuatrocientos kilómetros hasta encontrar su ubicación definitiva en el sur de Córdoba. Otro caso curioso en cuanto a toponimia ferroviaria lo constituye Alpachiri, nombre que clavó un par de términos quechuas en medio de la pampa araucana. Se explica: muchos de los peones que construyeron esa línea eran santiagueños y fueron sorprendidos en el lugar por un invierno muy crudo, de allí el vocablo: Allspa Chiri, Tierra Fría.

DONDE TERMINAN LAS VIAS

Hay en La Pampa de hoy algunos pueblos tan particulares en su ubicación en el mapa como en su actividad propia: las puntas de rieles.

Ingeniero Luiggi, Arizona (si bien en la provincia de San Luis pero de neta influencia pampeana), Telén, Winifreda, Cereales, Doblas, Alpachiri y Remecó son algo así como las atalayas de un muro que quedó sin terminar. Los proyectos originales hablaban casi siempre de una continuación hacia el oeste, la realidad estableció otra cosa y allí quedaron último eslabón de una cadena, distinguidos por su mesa giratoria que les permite dar vuelta a las máquinas para el viaje de regreso. Para ellos su condición de punta de rieles les significa ser los recolectores de una gran zona que converge hacia el ferrocarril. Esa misma terminación es su vida activa de pueblos pequeños que superan en trascendencia a algunos vecinos intermedios por su valedera condición de punto final del viaje y al mismo tiempo de puerta al mundo del ferrocarril.
FUENTE: folleto publicado por la Dirección de Prensa del Gobierno de
La Pampa, en el año 1971, en conmemoración a la semana de La Pampa.

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