El
28 de diciembre de 1895, en una sala de
café, se presentó en Paris el primer espectáculo
cinematográfico.
Se trataba de la proyección de diez filmes,
cuya duración de apenas unos minutos, incluía
uno especialmente atractivo: "La llegada
de un tren" .La elección del tema no
había sido casual. La expansión del ferrocarril
en el mundo había alcanzado su apogeo.
Ese año, en las proximidades de un cruce
de caminos, una ciudad de sólo tres años
de antigüedad comenzaba a crecer en La Pampa:
Santa Rosa de Toay. El país acababa de conocer
su segundo censo: cuatro millones de habitantes.
El territorio de La Pampa Central, con 25.914
era el segundo más poblado.
Dos caminos ferroviarios alargaban sus brazos
hacia La Pampa. Uno de ellos partía desde
Bahía Blanca hacía Toay adonde llegaría
recién el 20 de julio de 1897. El otro nacía
en Buenos Aires y tenía como punta de riel
a Trenque Lauquen.
Su posterior arribo a Toay , y por consiguiente
a Santa Rosa, provocó una conmoción popular
que debe ser considerada como una de las
más memorables de nuestra ciudad. El hecho
se produjo el 9 de septiembre de 1897.
EL ROSTRO DE UNA CIUDAD NACIENTE
Desde el 22 de abril de 1892, día en que
se fundó oficialmente Santa Rosa de Toay,
el pueblo había cambiado de rostro. Se había
llevado a cabo un desplazamiento, desde
la famosa tranquera de "La Malvinas"
hacia las proximidades de la Plaza Mitre,
hoy plaza San Martín. La pirámide conmemorativa
de la Conquista del Desierto aún no había
sido erigida. La población había crecido
y necesitaba nuevas formas de comunicación.
El tren era ahora -y por muchas razones-
el símbolo de la esperanza y del progreso.
La capital del Territorio tenía como asiento
a General Acha. Tanto Toay como Santa Rosa
pugnaban, con las armas que tenían a mano,
por lograr el privilegio de ostentar ese
título. En cierto modo, la llegada del tren
les servida para afianzar los lazos políticos
que definirían la lucha. Las celebraciones
que el enlace de los dos ramales ferroviarios
provocaría, tendrían un servir para mostrar
el empuje de sus habitantes,
su capacidad de trabajo, su pujante comercio,
y en especial su manejo organizativo.
Los festejos fueron preparados con alegría
pero también con una inocultable y febril
ansiedad no exenta de rivalidades. El periodismo
de la época llenó sus páginas con el relato
del suceso. "La Capital" de General
Acha destacó un reportero cuya nota constituye
un valioso documento histórico junto al
testimonio de algunos de los viejos pobladores
que asistieron a la llegada del tren.
EL 9 DE SEPTIEMBRE DE 1897
El Ferrocarril de Bahía Blanca al Noroeste
había alcanzado Toay el 20 de julio de 1897.
Ahora debía unir sus rieles con los del
Ferrocarril del Oeste y la fecha fijada
-como expresamos- fue la del 9 de septiembre
del mismo año. Era de suponer que los principales
festejos se desarrollarían en el lugar del
encuentro. Pero no fue así.
Los vecinos de Santa Rosa, las corporaciones
-Sociedad Española de Socorros Mutuos y
Societi Italiana di Socorro Mutuo. "Patria
e Lavoro"- los comerciantes, los políticos
pertenecientes al Concejo Municipal, el
coronel Remigio Gil -dueño de las tierras
del pueblo-, los maestros con visión como
doña Enriqueta Schmidt, los escolares, el
pueblo todo, habían decidido otra cosa.
Santa Rosa no sería una más entre tantas
otras poblaciones de la línea del oeste.
Aquí habrían de realizarse, con pompa y
con fasto, las celebraciones del caso. Y
nada los detuvo.
Y LOS TRENES LLEGARON
A las 8 de la mañana del día 9 el gobernador,
general Eduardo O. Pico y su comitiva tomaron,
en General Acha, el tren con dirección a
Toay. Allí estuvieron en tres horas. Los
aguardaban el señor Juan Brown y el vecindario
de Toay. Hubo petardos, vítores, banda de
música y almuerzo en el Hotel Comercio.
Fue el momento en que comenzaron las abundantes
libaciones que según las crónicas, proseguirían
alegrando los espíritus" a lo largo
de dos días inolvidables.
Mientras se alzaban las copas de champagne,
el silbato de la locomotora del Oeste anuncié
su llegada de Buenos Aires. A ese convoy
había subido en Santa Rosa, el coronel Remigio
Gil, su suegro don Tomás Mason y varios
otros vecinos de Santa Rosa.También viajaban
en él funcionarios de la compañía ferroviaria
-la Western Railway- que no hacía mucho
se había convertido en propietaria de la
línea.
Las visitas y recorridas por Toay se prolongaron
sólo hasta las tres y media de la tarde.
Entre ellas se realizó una a la escuela
que por aquel entonces contaba ya con 90
alumnos. Pero la fiesta grande sería en
Santa Rosa y hacia allí fueron embarcados
los visitantes. El trayecto duró quince
minutos. Una recepción espectacular se puso
en marcha.
En el andén, el vecindario agrupado miraba
hacia el oeste, allí estaban también las
sociedades Italiana y Española en corporación,
con sus estandartes a la cabeza. El Jefe
de estación D. Felipe Iribas, veía avanzar
majestuosamente la locomotora a vapor. Una
niña muy pequeña corrió a tomar la mano
de su maestra, Enriqueta Schmidt. Esta asustada.
Se llama Emma L. Torres de Colombato y es
uno de los testigos vivientes del acontecimiento
(1).
Mientras tanto, un piquete de gendarmes,
en uniforme de gala y montados en caballos
da un mismo pelo y alzada se aprestaba a
escoltar la columna. Ésta se organizó en
hilera y los carruajes relucientes enfilaron
hacia el edificio municipal, seguidos por
las corporaciones, la Banda de Música y
aproximadamente doscientos vecinos. Se había
levantado el telón y el acto comenzaba.
LA RECEPCION EN EL EDIFICIO MUNICIPAL
El salón municipal no carecía de cierto
lustre. Varias niñas promunciaron palabras
de bienvenida. Logrado el ambiente, don
Tomás se adelantó. Era el momento propicio
para historiar la fundación de Santa Rosa
y cubrir de elogios al gobernador del Territorio,
don Eduardo G. Pico, al que se le atribuyó
una importante participación personal en
el desarrollo de la población. En testimonio
de gratitud don Tomás depositó en manos
del general Pico una placa de oro con el
busto de la máxima autoridad territorial
en uno de sus ángulos.
Entre los acordes de una orquesta agradeció
el homenaje. Luego vinieron la entrega de
premios a las mejores alumnas expresamente
traídos desde Buenos Aires y los aplausos,
el lunch general , nuevas libaciones, y
poses para el fotógrafo
PROSIGUEN LOS BRINDIS
El pueblo fue recorrido en todas direcciones.
Los visitantes alojados convenientemente.
Mientras tanto, los preparativos para el
banquete se aceleraban. Éste tuvo lugar
en el hotel de O. Martin Oharriz, ubicado
en lo que ahora es la esquina de Irigoyen
y Rivadavia, donde se encuentra en construcción
un nuevo edificio de departamentos.
El ágape comenzó a las 7 y 30 con ochenta
y dos comensales.
Una orquesta y la banda se turnaban para
ofrecer el fondo musical. El menú -según
se cuenta- fue abundante y bien servido.
Al momento del champagne y de los discursos
O. Tomás Masan recibió del directorio del
ferrocarril, por los servicios que le ha
prestado", una nota y un reloj de oro,
munido de cadena y medallón recordatorio.
El ambiente se había vuelto eufórico. En
un rapto de inspiración, el reponer de "La
Capitar desliza algunas reflexiones sobre
el champagne al que define como "espumante
agua bautismal de todos los progresos y
todos los acontecimientos felices".
MAS ALEGRIA Y BAILE DE GALA
Los fuegos artificiales estallan en la plaza.
El baile de gala que se realiza en el salón
municipal es abierto con un vals. Durante
su transcurso se sirve un "ambigú"
y bebidas. El periodista, agotado, se retira
a las dos de la madrugada "para ordenar
sus apuntes" pero las danzas y la animación
continúan. Por la mañana, ya acalladas las
orquestas, el ruido de los sulkys, los jinetes
y los paseantes se repite. Santa Rosa permanece
con los ojos abiertos para velar su suerte.
Mientras tanto, un grupo de comerciantes
ha decidido postergar la partida de las
autoridades, prevista para las ocho en punto.
Nada mejor que ofrecerle un almuerzo al
general Pico, que acepta complacido. Don
Pedro Médici, a cargo del homenaje, ha preparado
un buen discurso para el momento de llenar
-nuevamente- las copas de champagne. Comienza
con la Conquista del Desierto y termina
con la inauguración del Ferrocarril del
Oeste. La enumeración de los brindis excede
el espacio de esta nota. Como dato interesante
cabe apuntar que en la oportunidad el señor
San Martín es obsequiado por los hombres
de comercio con un anillo de oro ornado
de un valioso brillante por su participación,
como jefe de Policía, en la solución de
algunas dificultades locales.
EL REGRESO A GENERAL ACHA
Finalmente se decide el regreso de las autoridades
a la capital del Territorio, General Acha.
Para ello un coche-salón del Ferrocarril
del Oeste es enganchado a una locomotora
del Ferrocarril Bahia Blanca y Noroeste,
a modo de símbolo.
Al llegar a Toay, el convoy se detiene para
ser saludado por el vecindario, la banda
de música y los niños de las escuelas. La
locomotora toma aliento y reemprende la
marcha. A las pocas cuadras tiene que detenerse.
El ingeniero Silas Burrows, uno de los constructores,
quiere ofrecer algo a los viajeros. Esta
vez no se trata de champagne, puesto que
Burrows es un súbdito inglés. Las damas
reciben un helado Gingerale y los caballeros
un "refrigerante whisky". Y ahora
sí, el tren se decide a atravesar los valles.
Llegó a General Acha a las 5 de la tarde.
Santa Rosa fue declarada capital de La Pampa
Central el 18 de marzo de 1900. El traslado
de las autoridades se produjo el 11 de abril
del mismo año, siendo presidente el general
Julio A. Roca, a dos años y medio de la
llegada del tren del Ferrocarril del Oeste.
FUENTE:
"No te olvides de Serafín" de
Ana María Lasalle y Julio Colombato - Fondo
editorial pampeano.- |